Un reciente estudio de la Universidad de Jyväskylä ha puesto en evidencia una realidad preocupante para la salud ósea de las mujeres durante la menopausia: la actividad física diaria, tal como se practica comúnmente, no es suficiente para frenar el debilitamiento óseo acelerado asociado con los cambios hormonales de esta etapa. A pesar de la creencia general de que mantenerse físicamente activa es una medida efectiva para proteger los huesos, el estudio señala que los impactos de carga ósea realmente efectivos son escasos en la rutina cotidiana.
El análisis, parte del proyecto ERMA (Estudio de Envejecimiento en Mujeres), fue llevado a cabo por la Facultad de Ciencias del Deporte y la Salud y el Centro de Investigación en Gerontología de la Universidad de Jyväskylä entre 2015 y 2018. Participaron 189 mujeres perimenopáusicas, con edades comprendidas entre los 47 y los 55 años al inicio del estudio, y fueron observadas durante un periodo promedio de 15 meses, hasta que alcanzaron la posmenopausia.
"Observamos que los impactos de alta intensidad eran poco frecuentes en la vida cotidiana"
Durante el seguimiento, se monitorizó la carga ósea habitual mediante acelerómetros que registraron tanto el número como la intensidad de los impactos sufridos durante el día. A su vez, la densidad mineral ósea se midió a través de absorciometría de rayos X de energía dual en el cuello femoral, mientras que un subgrupo de 61 participantes se sometió a tomografías computarizadas para una evaluación más detallada de la estructura y resistencia ósea en la diáfisis femoral y tibial.
Los resultados fueron claros: aunque los impactos de intensidad moderada y alta se asociaron positivamente con una mejor resistencia ósea en las regiones femoral y tibial, no lograron evitar el deterioro progresivo de las propiedades óseas en esas áreas ni en el cuello femoral, uno de los puntos más vulnerables a fracturas. Esto significa que los efectos acumulativos de la actividad física diaria no bastan para contrarrestar la pérdida ósea hormonal que ocurre durante la menopausia.
"Observamos que los impactos de alta intensidad eran poco frecuentes en la vida cotidiana", explicó Tuuli Suominen, investigadora principal del estudio. “Aunque cierta actividad física puede tener beneficios para la salud ósea, no se observaron asociaciones significativas con la desaceleración del debilitamiento óseo relacionado con la menopausia”. El debilitamiento de los huesos durante la menopausia está directamente relacionado con la disminución de estrógenos, una hormona clave en la preservación de la masa ósea. Este proceso, si no es controlado, puede derivar en osteoporosis y aumentar drásticamente el riesgo de fracturas, especialmente en zonas críticas como la cadera y la columna.
Por esta razón, los autores del estudio hacen un llamado a repensar las estrategias de prevención. Se sugiere que se desarrollen programas de ejercicio más específicos, centrados en actividades que proporcionen impactos óseos significativos y estímulos mecánicos adecuados para mantener la salud esquelética en esta etapa crítica de la vida de las mujeres.
“Estudios futuros también deberían investigar si el ejercicio de carga ósea más específico puede retardar el debilitamiento acelerado de los huesos durante la menopausia”
“Estudios futuros también deberían investigar si el ejercicio de carga ósea más específico puede retardar el debilitamiento acelerado de los huesos durante la menopausia”, concluyó Suominen. El estudio ERMA, liderado por la profesora asociada Eija Laakkonen y financiado por la Academia de Finlandia, ofrece un marco sólido para entender la compleja interacción entre el ejercicio físico y la salud ósea en mujeres menopáusicas. Los hallazgos ponen en evidencia la necesidad de adaptar las recomendaciones de actividad física para este grupo demográfico, enfocándose no solo en la cantidad de movimiento, sino en su calidad e impacto específico sobre los huesos.
Aunque la actividad física sigue siendo un pilar fundamental para la salud general, este estudio deja claro que, cuando se trata de proteger los huesos durante la menopausia, se necesita mucho más que caminar o hacer tareas cotidianas: se requiere un enfoque más dirigido y basado en evidencia para evitar la fragilidad ósea y mejorar la calidad de vida a largo plazo.
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